El tren partió rápido
Era un tren oscuro;
uno de esos trenes que la muerte renta
cuando se dedica a la recolección de los que caen en las masacres.
Un tren sin dueño
Uno de esos que permanecen en el abandono
a la espera de que un ocioso pase el suiche.
Parado frente a mi
me obliga a mirar alrededor
y a preguntarme -si no hay pasajero que parta-
Yo odio este boleto
Desde el utero una mano amiga lo puso en la mía
Yo he tratado de desembarasarme de él
pero el universo me dice que lo guarde
para uno de esos días
en los que el sol
en su rabieta
se no eche encima
evaporandonos el esqueleto
Entonces y que podría partir, sano.
¿Saben?, no le temo a la muerte
Temo a lo que haran de mi el correr de los años
Inocente me pregunto -¿Sobreviviré?-
Mi poesía es un canto lanzado al viento
no lleva nombre
tampoco trae consigo ni una sonrisa
ni un estoy de acuerdo
Es más bien un transcurrir
Un ir y venir
donde las horas
prestan atención
y las letras se reunen
para conversar sobre eso:
-cosas de letras, pues-
Partío raudo el tren de las siete.
El de las ocho, abre sus puertas
Un polizón me mira con indiferencia
Entiendo que no es por mi, por quien viene
Urgo en mi bolsillo
Toco mi pasaje y en silencio respiro:
-nadie a osado robarmelo-
Este es mío.
Cuando me vaya
aunque me vaya solo
no tendré nada que disentir:
He vivido
martes, 6 de julio de 2010
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